No puedo creer que hayan pasado 4 meses desde el último subrayado que te leí.
Pero para compensarlo, regreso a tus oídos con un cuento maravilloso de la autora estadounidense Lydia Davis. Quien, por cierto, acabo de enterarme en Google que es canceriana, y eso en mi mente le da una explicación zodiacal a la emoción desbordada que encuentro en sus relatos y novelas.
Desglose es la historia de dos amantes, contada desde la óptica de él, que inicia con el narrador proponiéndose desglosar cuánto le costó la hora de una aventura de 10 días con una mujer, pero que a lo largo del cuento, va cavilando la idea de que no solo son los 10 días que estuvieron juntos; tampoco son únicamente las horas que pasaron uno a lado del otro en esos 10 días.
En ese desglose, por supuesto que debe contemplarse también y en sentido estricto la espera, el anhelo, la ilusión. Deben contabilizarse también las horas en que no estás con la persona, pero aun así, abarca todo tu pensar y sentir; sin olvidar incluir las horas de insomnio por las noches y claro, las incontables horas posteriores al encuentro en las que unx repasa una y otra vez los momentos como escenas de película, ya sea para deleitarse o para intentar que no se escurran lenta y silenciosamente de la memoria.
En lo personal, disfruté de Desglose la manera en la que está escrita: pocos puntos (seguido y aparte) y muchas comas. Eso lo vuelve un relato álgido, dinámico, acelerado, apasionado. Un poco como suceden la cascada de pensamientos en nuestro interior: sin orden, uno encima de otro, aleatoriamente.
Mira, aquí hay casi puras comas:
Me gusta que en esta narración, no necesitas saber más contexto de estos dos personajes, basta con saber cómo se siente y lo que recuerda el narrador para que sea válido y legítimo.
Me gusta también que está escrito en segunda persona, pero podemos entender que en realidad se está hablando a sí mismo, haciendo uso de la segunda persona del singular.
Y lo que más me gusta de este relato es que parte de algo tan banal como sacar cuentas, para volverlo el hilo conductor sobre el que se teje y desdoblan solo fragmentos de la historia. Fragmentos elegidos e intencionados deliberadamente por el narrador, porque esa es su verdad, esos son sus recuerdos y por ende, así pasaron las cosas. Punto.
Además, el final que habla de reincidir voluntariamente ante el dolor, aunque este sea más grande que el placer; aun así, se volvería a elegir.
Espero que lo disfrutes tanto como yo.
Si te gustó el relato, compárteselo a alguien más.
-M.
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