¿Cómo tener certeza de quién soy o qué quiero?
El otro día leí esta frase en la newsletter de Yung Pueblo:
Una de las ideas más tóxicas que se clava en nuestra mente es la perfección.
La esperamos, la anhelamos, deseamos verla en nuestras vidas y relaciones
pero la realidad y la idea de perfección están en un constante estado de fricción.
La realidad está en constante cambio.
Es transformación combinada con imprevisibilidad.
La perfección es lo opuesto.
Es un intento de controlar y mantener las cosas dentro de los límites de una imagen mental.
La realidad es un río que fluye.
La perfección es una pintura estática.
Después de leer esto el domingo, aún me sigue dando vueltas la pregunta que a veces me parece necia, inútil y caduca:
¿Cómo puedo tener certeza de quién soy o qué quiero?
Si parto de la premisa de Yung Pueblo…
Lo que es real está en constante cambio.
Lo que no cambia no es real.
Y entonces me surge otra pregunta:
¿Quiero ser real o quiero ser perfecta?
Porque, por obvio que parezca, me llega un chispazo de entendimiento de que no se pueden tener las dos.
Son dos conceptos que no pueden cohabitar.
A veces siento que quiero llegar a un destino en el que tenga la total certeza de quién soy y no moverme de ahí ya. Porque ya llegué, gané la carrera.
Pero tengo más ganas de ser y saberme real.
Al mismo tiempo que quiero tener certeza de quién soy.
Pero, ¿de dónde viene la certeza? ¿Para qué la quiero?
¿Viene de saberse algo y no moverse de ese concepto?
¿O de la repetición de ciertos factores? Aunque vayan mutando en el tiempo.
¿Viene de convencerse a uno mismo de ser algo?
¿Hay diferentes niveles de certeza?
Tal vez la certeza no es algo cierto, tangible e inamovible.
Tal vez la certeza es una suerte de trampantojo que en esencia es etéreo, mutable, sutil, una pista.
Y eso lo sabe aquel que la ha descifrado.
El que aún la persigue, cae en la trampa de creerla destino final e inamovible.
Se mueve según las corrientes.
Va y regresa como ellas.
Y no puede conquistarse.
Porque solo llega a visitarte.
¿Realmente necesito esta certeza para vivir, avanzar, disfrutar y realizarme?
Tal vez la certeza es solo una especie de brújula.
Tal vez la certeza es solo la condensación y síntesis de otros factores aún más sutiles.
Las cosas que de verdad importan y suelen pasarse por alto, suelen postergarse, suelen apagarse:
La lealtad a unx mismx.
Alimentar la llama interior.
Callar para escuchar y entender.
Alinearse con la intuición.
Saber honrar los ritmos propios y de la naturaleza.
Callar el ruido para escucharse uno mismo.
Dejar de ir con prisa a todo.
Buscar llenar lo que necesita estar vacío.
Hay días que tengo la certeza de saber quién soy.
Pero esos días los cuento como cuento las lunas llenas.
La mayor parte de mi vida estoy navegando la incertidumbre de no saber quién soy.
Y eso me agobia.
Porque se me olvida que ese es el terreno, el campo abierto para descubrirme, para repetirme, para olvidarme, para volver a empezar, para probar, para terminar, para dejar, para vaciar.
En ese no saber quién soy cabe todo.
Cabe la vida.
Sucede la vida.
Pasan mis días.
Pasa mi vida.
Lo que me gusta, lo que disfruto, lo que amo.
Y lo que no también.
La sorpresa está en no saber.
Las líneas de vida que van surcando sutilmente mi piel, mis manos, mis pies.
Van tatuando mi historia, mi paso.
Tan sutil para seguir siendo lienzo y dejar paso a lo que sea, a lo que venga.
Entonces, ¿para qué quiero saber quién soy, si la vida cabe en no saber quién soy?
Solo quiero seguir siendo lienzo.
He extrañado venir a escribirte.
Pero a veces no sé ni qué escribirme a mí.
Y he aprendido a honrar y respetar esas pausas, los espacios en blanco.
Aunque hay muchas cosas gestándose adentro, de las que espero poder hacerte parte pronto.
A veces siento la prisa efervescer, las ansias hacerme salivar y el miedo hacerme recular.
Y después pienso que si a la naturaleza le toma 9 meses gestar a un bebé,
¿Por qué tendría prisa yo de acelerar mi proceso?
Con estas preguntas, espero abrir el campo creativo de mi mente y poder estar viniendo a visitarte más seguido.
Mientras tanto, te mando un abrazo.
-Mafer