Te cuento lo que me acaba de pasar.
Estoy tomando una mentoría para Copywriting que me tiene completamente absorta.
Decidí verter mi atención, intención y prioridad en este proyecto al menos por los próximos meses.
Debes de saber que cuando estudio suelo ser muy intensa y quiero dominarlo y saberlo todo de la noche a la mañana, lo cual, obviamente no es realista ni posible.
Y la verdad es que también creo que el verdadero aprendizaje viene en los espacios intermedios, en el camino, no en la meta.
La meta es sólo el conjunto de todos esos espacios intermedios que nos permitimos.
Y bueno, lo genial de esta mentoría es que entre todos y todas cuidamos y cultivamos el bienestar propio como seres humanos integrales.
Cuidamos nuestro mindset y buscamos rodearnos de pensamientos que sumen, que motiven y que impulsen; pero siempre con el ojo bien fijo en el objetivo y empujando día a día.
Somos una comunidad muy diversa pero con un objetivo en común y nos echamos porras entre todos.
Y eso es genial, más hoy en día que creo que faltan estos ánimos.
Por otro lado, esta semana ha estado un poco revuelta y mi planeación y creatividad no han fluido como yo quisiera.
Qué novedad que las cosas no salgan como una las planea, no?
Y pues después de días de esta energía de forzar y empujar para cumplir unas metas autoimpuestas, llegué a un bloqueo creativo en un ejercicio de la mentoría y aunque no estoy avanzando, ahí seguía dándole y dándole sin sentido, drenando a la creatividad y a la energía sin razón.
Uno de mis compañeros me dijo: te sugiero que hagas algo que te guste mucho y después regreses a esto más fresca e inspirada.
Suspiré fuerte y solté.
Volteé a mi alrededor y observé con atención por primera vez en el día.
Sentí cómo se relajaron mis hombros y también mi quijada. Creo que incluso hasta se asomo una tímida sonrisa a medias.
Sonreí porque tenía razón. Sabía que tenía razón.
Forzar las cosas no nos lleva a ningún lado (bueno).
Forzar que suceda algo es ir en contra de los procesos naturales y sabios.
Forzar algo va contra natura y por ende drena nuestra energía.
Y hoy, yo atesoro mi energía vital y no estoy dispuesta a desperdiciarla.
Así que me paré por un vaso de agua, por mi bocina, puse una playlist coqueta y me vine a escribir esto.
Vine a hacer lo que más me gusta, escribir libremente.
Vine a recordarte, a decirte, que sea lo que sea eso que estás forzando, jalando o empujando… necesita que lo sueltes ya.
Deja que repose.
Los buenos vinos saben de eso. Saben que hay que esperar, aguardar para madurar y para que lleguen las notas precisas, perfectas.
Deja que descanse.
Deja que se asiente. Para que puedas ver a través de la claridad.
Deja que respire, que se ventile. Para que el aire que entra en tus pulmones sea lo más puro posible y renueve todo dentro de ti, que te llene de energía a cada bocanada.
Así como una bocanada de aire una mañanita de primavera muy temprano, en la que sientes el aire fresco de un nuevo día, de la vida empezando y te llena de vida a ti también.
Incluso deja que se agote si es necesario. Algo nuevo llegará.
Vengo a recordarte que sueltes y reposes.
Vengo a decirte lo que me dijo Emilio: párate, vete a hacer algo que te guste y después regresa con más frescura.
Te mando un abrazo.
-Mafer
Si pudiera teletransportarme en tiempo y espacio… mi break lo tomaría en esta montaña en alguna parte cercana a Xalapa, Ver. en medio del bosque y nada más.